lunes, enero 29, 2007

La mujeres como sistema de producción

El ministro de Salud de Japón califica a las mujeres de máquinas de procrear

Resulta curioso lo semejantes que son los axiomas del ministro japonés y La Pantoja; exclamaba ésta en un reportaje de cotilleo que los seres humanos hemos venido al mundo a emparejarnos y procrear (redoble de tambores). Es decir, que todos vosotros, guarrillos y guarrillas, no sólo realizáis actos contra el espíritu cristiano, sino contra vuestra condición biológica de no híbridos (nada de liarse con cuadrédos ni bípedos plumíferos) y mecanismos de producción industrial.

Y ya que estamos, voy a comentar otro asalto medievalista a la razón. Estaba yo mesandome la barbilla pensando en el sujeto cartesiano autoconstituyente cuando ha irrumpido en mi cavidad craneal la ruidosa detonación: “sartén”. Pero tranquilos, que no ha sido a causa de mi condición femenina por lo que se ha cruzado esa palabra en mi camino, sino que todavía tenía residuos de lo que había estado rumiando la tarde anterior; y es que clamaba al cielo tal acumulación de estupidez académica.

Si echan un vistazo al País Semanal de este fin de semana podrán encontrar un maravilloso artículo, bastante razonable para lo acostumbrado, sobre las diferencias entre el cerebro femenino y el masculino.

Lo primero que se me ocurre es que, viendo lo poco pertinente que es el ARTE en muchos casos, la ciencia no está ni mucho menos a salvo de gastar el dinero de los contribuyentes estúpidamente. El caso es que, según un estudio *cientifico* -de esos que molan porque están llenos de polisílabos con prefijos griegos- los juguetes que eligen machos y hembras, crean cisma entre sí, pero no están mediados socialmente ni su juego constituido históricamente, porque el estudio está realizado con monos (redoble de tambores y fuegos artificiales). Yo me pregunto, con toda la seriedad que me queda en estos casos, si los juguetes en cuestión: sartén y muñeca - pelota y coche, están mediados “socialmente” en los monos. Por que si no, deducir conclusiones socializadoras: las mujeres tienden por naturaleza a la cocina y cuidar niños y los hombres al deporte y la conducción de automóviles, es algo rotundamente estúpido. Segundo: si a un mono hembra le gusta una sartén más que una pelota ¿tiene ello más implicaciones que las anamórficas (cosas que parecen otras cosas según el sujeto que las mira) o una afinidad plástica para con los instrumentos manejables (sartén) y los objetos monomórficos (evitemos por respeto la doctrina antropocéntrica)?

¿Deberían los monos, en tanto que tienen un proceder de género (las monas cocinan-los monos conducen trailers) reformar su sistema interrelacional con miras a la emancipación?

¿Deberíamos dejar que los monos continuaran con su distribución del trabajo por sexo o devolverlos a la selva?

No sé, tal vez que éstas son cuestiones para un psico-veterinario.

Algunas personas son capaces de mover las orejas y otras conducen sus pasos y mirada irremisiblemente a la izquierda en lugar de al frente a causa del tiránico dictado de sus órganos genitales. La orejodinámica y el siniestrismo son patologías infames que lastran la vida; son males sobre los que no se ha estudiado suficientemente su origen vírico y capacidad infecciosa. Mientras éstas enfermedades se sitúan a la cabeza de las pestes del tercer milenio, gobiernos y farmacéuticas se dedican a perder el dinero en estadísticas sobre la acción de los genéricos contra el síndrome de inmuno deficiencia adquirida en el cuarto mundo y el turismo sexual con menores sin preservativos barrera de ETS. El mundo debe acabar en algún momento, al menos para mi horizote neurofemenino.

domingo, enero 21, 2007

Bitches, Bimbos and Ballbreakers

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Bitches and Bimbos,
Ballbreakers: The Guerrilla Girls' Illustrated Guide to Female Stereotypes


De la B de "puta" a la B de "bollo" (entiéndase: tía buena) las guerrillagirls nos deleitan con un surtido de estereotipos femeninos gestados en la literatura de decimonónica y la cultura popular de tan marcada tendencia "misógina", por decir algo.

Es mi deber anunciaros para difundir La Palabra, que comparto esta obrita en pdf desde Soulseek, de modo que, usuarios afiliados al p2p, apúntense este nick: Amperiafenomena, y descarguen sin compasión ni remilgos música y textos. De momento sólo comparto éste texto y he cerrado todo mi archivo de arte, pero quién sabe, tal vez podría hacer una excepción.

La marimacho, la zorra, la rubia maciza, la vampiresa y otros tantos estereotipos completan el repertorio de este volumen; parodia y reflejo de lo que la publicidad, el arte, la sexofobia, la misoginia o las pajas mentales en general han volcado sobre la idiosincrasia “femenina”.

Aprendan sobre modelos de conducta que se vuelcan en la colectividad y son perpetuados hasta el aburrimiento por la mujer del siglo XXI.

Qué difícil es echarle un poco de imaginación al asunto para, en lugar de convertirse en encarnaciones del escaparatismo, reconstruir con un poco de ingenio la identidad.

Fdo: los Cyborgs.

domingo, enero 14, 2007

Como decían las Vulpes: Deja tu sitio de una puta vez



El tiempo mítico, el tiempo primordial se entrelaza en el mito con el tiempo profano, real y cotidiano. Al recitar el mito se vuelve al origen momentáneamente, y en este tiempo no mesurable trasciende el espíritu del auditorio.
Con el rito se renueva el ciclo y se asegura perpetuar el mundo.
El dolor de la existencia en el tiempo profano se desvanece en el ritual, ya que en este no-tiempo se pierde la sustancialidad temporal de la esencia humana. Se escapa al devenir.

La consagración a los dioses es una de las formas más “palpables” de perder dicha sustancialidad. La sacratio equivalía, en tiempos inmemoriales de la antigua Roma, a una condena a muerte ritual.
Aunque normalmente se buscara un pretexto externo, una falta o crimen perpetrado por el sujeto, lo normal sería que éste homo sacer estuviera “reservado” para ajustar las cuentas comunitarias con la divinidad en la festividad más próxima, o incluso, podía ser “muerto por cualquiera” según Dioniso, si es que a alguien se le antojaba preciso quitarlo de en medio cuanto antes, sin miedo a ser penado por ello. Pero esto son peculiaridades de la sacratio.

En este sentido, se comprueba lo rotundamente actual que es convertir en tabú (en el sentido de maldito) al reo víctima de la sacratio o pena de muerte, ya sea por orden federal o, por ejemplo, la enfermedad; piénsese en el SIDA.

La puesta en común de lo divino y lo humano mediante el sacrificio de una vida humana tiene múltiples interpretaciones pero, en resumidas cuentas, es la muerte misma el nexo entre los dos mundos. El elemento cruento es indispensable en idisoluble del ritual indoeropeo.

Pero es conocido que el tránsito de la vida a la muerte es un ejercicio al que todos los pueblos han dedicado elaboradísimos rituales de preparación y purificación pre y postmortem.
En la muerte institucionalizada, llamarla ordalía o, más distinguidamente: sacratio, no es más que otra la forma de lavarse las manos.

Me estaba acordando yo, hablando de la protoingeniería romana del puente Sublicio, de “las muertes por compasión”. Es muy extendido el conocimiento de la eugenésica práctica en Grecia de sacrificar a los nacidos con deformaciones o deficiencias mentales (también existía la posibilidad de “exponer” a los niños sanos nacidos libres en la plaza pública para que dispongan de ellos los buenos conciudadanos y cánidos transeúntes y no se quejan tanto porque los griegos son guays), pero no de todas las refinadas formas de ejecución de la Antigüedad.

Ahora estamos hablando de la muerte de los sexagenarios por precipitación desde el primer puente de Roma, en presencia de Jano, que todo lo ve, y en honor de Saturno, que como todo el mundo sabe era el dios de las medidas de control demográfico y el saneamiento de erario público.

Era en realidad una cuestión humanitaria atender a los ancianos aquejados de la satietate vitae, y según Plinio, los mismos depontani se arrojaban mientras la multitud coreaba eso de: “sexagenarii de ponte”, o lo que es lo mismo:“¡Los sexagenarios bajo el puente!”

Mientras yo escribo estas chorradas la sanidad pública camina hacia la privatización y cuando seamos sexagenarios, si es que llegamos a ello, y si no hemos tenido una prejubilación criminal, un salario medio indigno, una calidad de vida basada en escurrir del céntimo de la saca, puede, sólo digo: “puede” que no tengamos que arrojarnos desde el puente al llegar a ancianitos.

sábado, enero 13, 2007

Introducción al determinismo biológico

Sócrates aconsejaba educar a los ciudadanos de la República, y asignarles funciones, de acuerdo con estas tres clases: gobernantes, ayudantes y artesanos. Una sociedad estable exige el respeto de esa jerarquía y la aceptación, por parte de los ciudadanos, de la condición social que se les ha conferido. Pero ¿cómo obtener esa aceptación? Incapaz de elaborar una argumentación lógica, Sócrates forjó un mito. Con cierto embarazo dice Glaucón:

Hablaré, aunque en realidad no sé cómo mirarte a la cara, ni con qué palabras expresar la audaz invención… Hay que decirles a los ciudadanos que su juventud fue un sueño, y que la educación y la preparación que les dimos fueron sóo una apariencia; en realidad, durante todo ese tiempo se estaban formando y nutriendo en el fondo de la Tierra…

Glaucón no puede resistir y exclama: “Buena razón tenías para sentirte avergonzado de la mentira que ibas a decirme”. “Es cierto- responde Sócrates-, pero todavía falta; sólo he dicho la mitad.”

Ciudadanos, les diremos, siguiendo con el cuento, sois todos hermanos, si bien Dios os ha dado formas diferentes. Algunos de vosotros tenéis la capacidad de mandar, y en su composición ha puesto oro; por eso son los que más honra merecen; a los otros los ha hecho de plata, para que sean ayudantes; a otros aún, que deben ser labradores y artesanos, los ha hecho de bronce y de hierro; y conviene que, en general, cada especie se conserve en los hijos. (...) Un oráculo dice que cuando la custodia del Estado esté en manos de un hombre de bronce o de hierro, eso significará su destrucción. Este es el cuento. ¿Hay alguna posibilidad de hacer que nuestros ciudadanos se lo crean?

Glaucón responde:”No en la generación actual; no hay manera de lograrlo; pero sí es posible hacer que sus hijos crean ese cuento, y los hijos de sus hijos, y luego toda su descendencia”.

Glaucón formuló una profecía. Desde entonces el mismo cuento, en diferentes versiones, no ha dejado de propalarse y ser creído. Según los flujos y reflujos de la historia de Occidente, las razones aducidas para establecer una jerarquía entre los grupos basándose en sus valores innatos han ido variando. Platón se apoyó en la dialéctica; la Iglesia, en el dogma. Durante los dos últimos siglos, las afirmaciones científicas se han convertido en el principal recurso para justificar el mito platónico.

Este libro analiza la versión científica del mito de Platón. Podemos llamar determinismo biológico a la argumentación general que para ello se aduce. Consiste en afirmar que tanto las normas de conductas compartidas como las diferencias sociales y económicas que existen entre los grupos –básicamente, diferencias de raza, de sexo y de clase- derivan de ciertas distinciones heredadas, innatas, y que, en este sentido, la sociedad constituye un reflejo fiel de la biología. (…)

Los metales han sido reemplazados por los genes (aunque conservemos algún vestigio etimológico del mito de Platón en el uso de la palabra “temple” para designar la dignidad de la persona). Pero la argumentación básica sigue siendo la misma: los papeles sociales y económicos de las personas son un reflejo fiel de su constitución innata. Sin embargo, un aspecto de la estrategia intelectual ha variado. Sócrates sabía que estaba mintiendo.

Stephen Jay Gould en Antena 3


La falsa medida del hombre, Stephen Jay Gould

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