viernes, abril 25, 2008

Bodies: En cuanto a la repugnancia

Estoy sopesando mis posibilidades, mis paradojas e intentando aclararme en cuanto a mis prioridades porque hay veces en que se me oxida la brújula.

Uno de los muchos puntos donde estoy viendo claras contradicciones es en cuanto a la repugnancia. El asco no es un estúpido movimiento instintivo, sino una construcción cultural más (aquí es cuando yo dejo asomo un poquito el gaznate). Se ha demostrado claramente que la podredumbre no es motivo de desecho, ni de repugnancia, sino que el ansia de limpieza, apariencia impoluta y extrema higiene en un invento de la medicina del XIX, sin la cual, por otra parte, no se habrían desarrollado las sociedades modernas.

Yo por mi parte me encuentro en clara disyuntiva cuando veo que no inmuto en demasía delante de cadáveres de animales putrefactos o inmersos en formol y sí delante de unos cuantos humanos plastinados. Esa famosa técnica de sustitución del agua corporal por silicona ha conseguido que una serie de empresas se esten forrando a costa de la exposición “Bodies”. A pesar de la impresión de ver cadáveres y órganos expuestos en todo su esplendor, (esplendor a veces un poco ridículo por la postura) conociendo de lejos y someramente la trayectoria del loco de Gunter Von Hagens aseguro que esta exposición queda muy muy por debajo de lo esperado y anunciado con tanto bombo.

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Para empezar los cuerpos completos no llegan a una decena, y para rematar este dato, recalco que dentro de esa decena (no sé si llega) sólo contaban con una mujer y ningún niño. Claro está que los “donantes” o -fiambres sacados de la cuneta- eran chinos. Eso desde el punto de vista pragmático, ya que para más INRI la única sección de los órganos sexuales femeninos que existían a parte del único completo espécimen cauchutado, era vertical, con lo cual del sistema reproductor femenino no vimos más que lo de siempre: el conducto ese por donde mete la semillita papá y ejem…

Yo entiendo que es difícil que alguien te done su cuerpo para que lo expongas en situaciones como esta, pero pasar por alto estas cosas me parece el colmo. Otras muestras de flagrante androcentrismo fueron las siguientes:

Si bien hace dos siglos los museos de anatomía humana los maniquíes de uno y otro sexo eran solamente visibles para el macho humano, como en todos los cuentos, la princesa era el complemento y guinda a las aventuras del caballero andante; en la aventura anatómica, de nuevo, el cuerpo femenino es el aliño del modelo masculino. Ni siquiera la deferencia de presentar a ambas obras de la Creación emparejadas monógamamente, Ni siquiera para mostrar ese prodigio del diseño y la funcionalidad que es la teta. No, ni para eso había especimenes mujer. “¡Ni una glándula mamaria en condiciones!”,“¡Mierda de exposición!” y “¡Válgame Dios, habiendo pagado 20 Euros!” diría cualquiera si tamaña negligencia (obviar las mujeres desnudas) acaeciera en una pinacoteca capital.

Como digo, yo también estoy indignada, pues el propósito de esta exposición es hacer conocer el cuerpo humano en abstracto y hacernos prestar la atención debida al propio, pero una no pudo completar el reto ya que el único modelo femenino presentado mostraba a través de secciones verticales de pies a cabeza de la masa corporal de la mujer, la divergente distribución de las grasas en su cuerpo (divergencias que parten de la base ejemplar del varón). Me encantaría poder servir a la ciencia de ese modo:que las mozas venideras se miren en el frío espejo de un cadáver y piensen concienzudamente dónde se les puede ir el tocino el día de mañana.

Pero esto no es lo más gordo, que al fin y al cabo la experiencia de esta visita me ha servido para revalidar mi impresión de que el mundo, aunque en forma de galería de cadáveres, está arbitraria y fatalmente construido. Lo más gordo fue la sección de “reproducción humana” en la que, por si no se han dado cuenta, tienen algo que ver las hembras. En concreto, dentro de la reproducción se centraron en lo fetos. La advertencia para la galería de fetos era chunga de narices y no invitaba a ver las creaciones, que Dios en exclusiva, no había querido vieran la luz. Con esta aseveración y nosotros ya más tranquilos nos adentramos en un pasillo en el que se levantaban tubos de metacrilato con los cuerpecillos, de apariencia poco humana hasta las15 semanas, que tenían pigmentado el "esqueleto". Esto, de nuevo, sin mentar en ningún bando, cartelito o posavasos a sus señoras madres. Que ya digo que será difícil conseguir, como Von Hagens, el cuerpo de una mujer embarazada para exposición, pero de ahí a desvincular radicalmente a ese proyecto de ser, del proceso que realmente le da razón de existencia es para matar a todos los organizadores con un sacacorchos.



Todas las imágenes son cadávers plastinados por Von Hagens (no de la exposición), quien, además de estar como una cabra, quiere vender sus obras a particulares...

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