martes, julio 22, 2008

Cuerpos sexuados

“Con las prisas y la emoción de la partida hacia los juegos olímpicos de 1998, María Patiño, la mejor vallista española, olvidó el preceptivo certificado médico que debía dejar constancia de que era una mujer. Pero el Comité Olímpico Internacional había previsto la posibilidad de que algunas atletas olvidaran su certificado de feminidad. Patiño sólo tenía que informar al “centro de control de feminidad”, raspar unas cuantas células de la cara interna de su mejilla, y todo estaría en orden... o así lo creía.

Unas horas después del raspado recibió una llamada. Algo había ido mal. Pasó un segundo examen, pero los médicos no soltaron prenda. Cuando se dirigía al estadio olímpico para su primera carrera, los jueces de pista le dieron la noticia: no había pasado el control de sexo. Puede que pareciera una mujer, que tuviera la fuerza de una mujer, y que nunca hubiera tenido ninguna razón para sospechar que no lo fuera, pero los exámenes revelaron que las células de Patiño tenían un cromosoma Y, y que sus labios vulvares escondían unos testículos. Es más, no tenía ovarios ni útero. De acuerdo con la definición de COI, Patiño no era una mujer. En consecuencia, se le prohibió competir con el equipo olímpico femenino español.

El comité olímpico internacional se blindó con pruebas de control de sexo supuestamente para evitar que, algunos atletas de Europa Oriental intentaran sublimar la causa comunista infiltrándose en las pruebas femeninas, en las cuales, supuestamente también, habrían de tener ventaja como machos de la especie. En realidad el único caso de infiltraciones masculinas en las competiciones olímpicas femeninas se dio en 1936, cuando Hermann Ratjen, miembro (o miembra, quién sabe) de las juventudes nazis, se inscribió en la prueba de salto. Pese a todo, “Dora” o “Hermann”, quedó cuarto, como es de suponer, por detrás de tres mujeres.”



No llevo ni 50 páginas, incluídos los agradecimientos, y estoy entusiasmada con este libro. Y pese a lo que pueda parecer no trata sobre el apasionante mundo de los controles en el deporte de élite sino de la cuestión del sexo. La olvidada y desestimada cuestión del SEXO como categoría biológica tangible, categorizable y determinante. Las feministas radicales de los 70 cometieron un error gravísimo al dejar anclada la cuestión del sexo dentro del binomio sexo-género, otorgándole al género la categoría cultural y construida a éste último y la natural e inmutable al primero. Con ello se armaron las teorías del determinismo biológico para decir que las mujeres cuando tenemos la regla somos un poco más tontas (más de lo normal), cuando estamos embarazadas un poco más si cabe,(hasta el punto de no poder conducir camiones) y así hasta llegar a la menopausia, lacra que nos incapacita para nuestra labor natural, consustancial e inmanente de cortar con precisión euclidiana los calabacines, dada nuestra deficiente orientación espacial.

El sexo, habría sido, como todo en esta vida, estudiado desde la perspectiva patriarcal, acotado dentro de los márgenes del género y conforme a sus intereses. Nuestra definición de lo que es biología del sexo habría comenzado, no ya por la estadística de lo que se circunscribe a la norma (un pene y dos testículos) sino de lo que se requiere para poder ser valorado como tal. Varón no es sólo una categoría anatómica y valorable (masculina) sino que se asegura por unos patrones biológicos, pero socialmente mediados: unos signos externos: vello facial, caderas, testículos, pene, etc... y por unos cromosomas: XY . Cuando esos signos no se corresponden con la categoría varón se diseccionan los patrones de análisis: si no existe el pene y los testículos lo buscamos en porciones mucho más pequeñas de la biología aplicando estadísticas de polares -resultados en los extremos- para asegurar resultados afines dentro de las categorías -también extremas- de mujer y varón. De otra forma es imposible encontrar variaciones significativas y acordes a la búsqueda de diferencias.

Éste libro no trata sólo del poder que se ejerce sobre las personas físicamente marcadas por la intersexualidad, sino de cómo se ha aplicado conscientemente sobre ellas el sexo=género, sobre los transexuales, los travestis y otros caminantes en territorio transgénero que no quieren aplicarse una definición bipolar, y por supuesto, del derecho a hacerlo.

Otra vez archicitados Latour, Haraway, Longino y Foucault como mesías reveladores de la violencia de las dicotomías analíticas para mantener un orden establecido sobre el cuerpo. El cuerpo, es eterno desconocido.

FALÓMETRO (ver sobre fondo blanco)


Las pruebas olímpicas de control de sexo oficialmente se hacían para asegurar la feminidad de las mujeres que competían. Asegurar que no se iba a atrofiar su esencia en unas pruebas donde los márgenes físicos entre machos y hembras se solapaban y difuminaban por un entrenamiento físico concienzudo. Para colmo ahora encontramos que los genes, puestos a tener sexo, tienen varios y entre los extremos XX y XY hay un sin fin de grises que además se manifiestan anatómicamente. Que los médicos deciden por estadística qué parte extirpar: si la femenina o la masculina según predominen, pero que hay personas que pasados los años no lo deseaban sino que además eligieran otras carácterísticas sexuales, quizá también intermedias. Que mediante el condicionamiento físico y psicológico o la tecnología los límites femenino-masculino desaparecen. ¿Por qué es tan imperioso el deseo de buscar las diferencias y no las similitudes?La diversidad de opciones. Mantener oposiciones, exclusiones, justificarlas “científicamente” con baremos que intencionalmente quieren conservar el status quo.

Sexo y género aparecen aquí como una única realidad.

La diferencia física básica en el mismo es si tienes un clítoris "externo" o "interno". El resto es humo y performance.

Otra cosa es que crea posible el constructivismo radical del Cyborg. Para eso habrá que leer más a Haraway.

Indice:

Duelo a los dualismos.

Aquel sexo que prevalece.

Sobre géneros y genitales: uso y abuso del intersexual moderno.

¿Por qué debería haber solo dos sexos?

El cerebro sexuado: de cómo los biólogos establecen diferencias.

Glándulas, Hormonas sexuales y química de género.

¿Existen realmente las hormonas sexuales? (El género se traslada a la química)

La fábula del roedor.

Sistemas de género: hacia una teoría de la sexualidad humana.

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