martes, diciembre 12, 2006

Políticas de Igualdad

Éste tema, de ingente actualidad, es como tantos otros sobre los que se levanta un debate superficial y mediatizado por a esa pátina resbaladiza que forman las ideas acumuladas por herencia ancestral, que parecen legitimadas por el hábito. No olvidemos señoras y señores que este hábito perfila y nutre la base empírica de la ciencia.

Recientemente se ha hablado de transformar el lenguaje y determinadas leyes para proporcionar de igualdad laboral y social a la mujer y para hablar de todo esto, lo siento por si se aburren, pero tenemos que hacer mínimos apuntes sobre ese gran enigma: el género.

El género, más allá de una clase gramatical, es una categorización cultural sobre una distinción física: el sexo. Es decir, en base a estas distinciones naturales por sexo: macho/hembra, que sólo entrañarían como diferencia fundamental la fuerza y la capacidad de procrear, se ha creado un sistema de asociaciones culturales para dichos sexos: lo masculino y lo femenino. Estas asociaciones no son rasgos inherentes a los seres humanos sino que se crean por sistemas de valores variables según la cultura que los genere.

Lo tendencia más extendida, llámese patriarcal, es que se asocie lo característicamente humano: inteligencia, racionalidad, libertad, espiritualidad, o el dominio de la naturaleza, con lo masculino. No cierren aún la página porque en realidad esto tiene que ver bastante con la división del trabajo por sexo.

A partir de aquí vemos que se asocian desigualmente ciertas cualidades o disfunciones a lo masculino y lo femenino. Por ejemplo: en base a la maternidad se establece que la mujer tiene dotes para los cuidados pero entraña debilidad física. Asociaciones esencialistas que derivan en que a las mujeres se las emplee en el sector de la limpieza, la enfermería, la enseñanaza, el trato público (esto responde también a otras cosas). Estas asociaciones se retroalimentan con los comportamientos aprendidos, los temperamentos mediados por las mismas relaciones sociales y, tienen en la enseñanza el factor clave de esta futura empleabilidad.

Que haya más chichas en humanidades que en ciencias es producto de esto; que éstas desarrollen el lenguaje a menor edad, afectividades mayores, se acicalen hasta la mutilación o que no se decanten por trabajos que exijan ejercicio físico son consecuencias de ese constructo artificial llamado género.

Se burla mucho esa agencia que limpia, fija y barre el suelo con la lengua castellana de la propuesta de usos paralelos de los términos aplicando el masculino y femenino sistemáticamente (que ya vemos que no son sólo categorías lingüísticas) a los todos sustantivos que dominan el habla cotidiana. Digo que esta entidad barre el suelo con la lengua castellana porque abraza extranjerismos cuando ya existen palabras para dichas designaciones en nuestra lengua; porque admite jergas que se imponen con el uso generalizado; porque acoge eufemismos que se reinventan constantemente para evitar la carga connotativa que tienen muchos empleos, enfermedades o situaciones como la muerte o el parto, pero claro, decir azafato (ya me lo señala el corrector ortográfico) es una abominación, ¿verdad?

Se transforman constantemente los términos para designar los puestos laborales de connotaciones con carga negativa: técnico reponedor de productos lácteos para decir lechero o técnico de servicio de limpieza (urbana) para decir: barrendero o limpiador.

Se pasa del decir decimonónico demente, a deficiente mental cuando lo que técnicamente se define como imbécil: retraso mental definido por un cociente intelectual comprendido entre 20 y 50. Se toleran las cursilerías pero no supuestas horteradas como azafato.

Las propuestas de reforma lingüística buscan principalmente que hombres y mujeres no se encuentren en desventaja en los sectores en los que habitualmente no son protagonistas. Las principales políticas de igualdad se encaminan a que se cree una cuota de empleo de un tanto por ciento obligatorio, reservado al sexo menos representado en dicho sector (de la misma forma que se hace con los discapacitados). Por este camino los empleos como azafata con la casilla de “varón“ marcada pasarían a ser “azafato”, “doctora”, “bedela” o “amo de casa” y tan tranquilos. Y esto no es tan raro señores; Baroja ya aplicaba esta regla sin darse cuenta escribiendo ingeniera cuando ésta no estaba reconocida.

Ahora bien, esto no causa tanto problema en las lenguas declinables o de nueva factura como el euskera o el alemán, pero si queremos ponerle trabas porque nos resulta terriblemente incómodo e irracional (cuando la regla está ahí y ya la aplicaba Baroja con sus “ingenieras” del siglo pasado). Principalmente es una cuestión de hábito.

Así podríamos seguir con los permisos de paternidad, la ruptura de los llamados techos de cristal en las esferas de poder para las mujeres, etc…Pero eso es aún más difícil y por ello se crean las políticas de paridad: en puestos de gran relevancia y a ser posible públicos, se prefiere la paridad para dar ejemplo a la sociedad. En labores de alta especialización, a mi juicio no debe ser el sexo un factor determinante, pero ya que las reformas no comienzan nunca desde abajo habrá que empezarlas por algún lado.

Parecerá una tontería, pero si cada vez que una mujer alcanza un puesto de superioridad laboral se justifica su ascenso con un “satisfactorio ejercicio de rodilla”, tal vez las medidas drásticas sean lo más oportuno.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Te me has adelantado, yo también tenía pensado hacer un post sobre este tema (aunque no con tanto rigor :P). A mi lo que me revienta es aquello que estos sucios políticos han puesto de moda sobre el 'amigos y amigas', 'ciudadanos y ciudadanas' etc. Ya la asociación de padres de alumnos no es el APA, sino el AMPA que, dicho sea de paso, tiene mucha más sonoridad (que le pregunten a Vito Corleone). Está bien la igualdad de género, pero no creo que sea la economía en el lenguaje quien tenga que pagar el pato.
Muy simpático el "amo de casa" con la L. Ojalá algún día no haga falta que exista un "día de la mujer" ni un "día del orgullo gay", etc. Mientras tanto, habrá que dar caña.

proletariobohemio dijo...

Pues sí, pues sí. (Al final parece que este año tampoco nos vemos).
Es bien cierto que muchos zánganos están aprovechando este tema para hacer carnaza política (mientras Aznar se permite meterle el boligrafo en el canalillo a las periodistas). Es una forma de desinflar la gravedad de problemas sociales el arremeter contra las cuestiones de género por comodidad lingüística cuando, como reseño, se están aplicando neologismos y eufemismos que sí que alteran el significado. Aún estamos en la fase de "a ver quién grita más".
En fin, que cada uno haga lo que más cómodo le sea; yo simplemente quería aclarar algunas cuestiones aunque sea vagamente.

¡Felíz año Barbarroja!

Gaelx dijo...

Qué bien que haya posts como éste, en los tiempos que corren!
Lo has explicado genial, me encataría que lo leyese toda esa gentuza que ridiculiza el tema (ej. Arturo Pérez-Reverte sobre los poemas de Miguel Hernández).
Gracias por mantener un blog así, ya nos leeremos!!

proletariobohemio dijo...

La verdad es que se ha hecho mucho daño con tanta broma al respecto. Los escritores no se revelan con tanta ironía ante la degeneración de la lengua por la contaminación de anglicismos o estructuras galicistas.

Acabo de estrenarme y no trabajo mucho con el blog, pero en vista de que es más que necesario intentaré darle salida a todo el carrete reivindicativo que tengo en espera.

Te tengo en enlaces para seguirte los pasos.
¡Salud!

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