jueves, octubre 25, 2007

Un paseo por el campo con Creutzfeldt-Jakob

Aunque la mañana ha comenzado rematadamente mal por varias cuestiones que no vienen al caso -porque ya están en otra entrada- la acogida en mi nuevo puesto no ha podido ser mejor. Me encuentro destinada en la facultad de veterinaria prestando asistencia a la gestión de laboratorios informáticos, aulas y profesores, porque según dicen, normalmente no pueden o quieren esperar al servicio técnico. Normalmente también suelen ser problemas como no saber dónde se engancha el pen o tonterías semejantes. Ya os digo que estoy escribiendo desde el curro, así que con las salvedad de que somos dos personas para 5 edificios, parece que también disfrutamos de un par de horas de relax todos los días. Algo que estaba necesitando urgentemente.

En un paseo por las instalaciones del campus, -presentación sin igual a cargo de mi subdirector- he tomado contacto con la pequeña granja-hospital que tienen montado en este vergel al otro lado de la autopista. Una especie de realidad con sabor a fresa pero olor a etanol y estiércol se extiende a este lado de la autopista, donde los animales campan a sus anchas, felices y juguetones, estimulados con difusores hormonales y anestesias; felices y radiantes por muchos tornillos que luzcan en su columna. Entre todas las instalaciones y sus pulcros carteles para cada dependencia científica, me ha llamado la antención la sección de: "Tecnología de los alimentos". Dado que parte de los animales que se traen aquí no son sólo los de uso y disfrute de la duquesa de Alba, sino de organizaciones agroalimentarias, la primera impresión fue que tal vez se trataría de tecnología aplicada al loncheamiento del ternero y otros cuadrúpedos, o a la producción de piensos. Parece ser que no se trata del mejor aprovechamiento de la res para la alimentación humana sino de su optima alimentación (entendiendo óptima como engorde rápido y barato). A causa de mi inquietud mi compañero me ha comentado que la granja y demás proyectos agropecuarios están dirigidos desde los camuflados "títulos propios", o también llamados másters. Másters en alimentación gracias a los cuales, profesores y empresas puedan sacar un lucrativo provecho.

La tecnología de los alimentos para animales destinados al consumo de humanos sigue determinados protocolos desde la alarmante epidemia de encefalopatía espongiforme bovina la última década del siglo pasado. No es necesario hacer mucha memoria: la enfermedad de "las vacas locas" o EEB se produjo a causa de la inserción en la cadena alimentaria de rumiantes de proteinas de origen animal. Cuando decimos proteínas nos referimos a toda parte del cuerpo que en principio podría desperdiciarse o destinarse a otro producto elaborado (pongamos por ejmeplo: abono), pero que dadas las esquizofrénicas condiciones capitalistas autoimpuestas para un mejor aprovechamiento de los recursos y abaratamiento de los productos, es decir: la mejora lucrativa y capacidad competitiva de algunos, llegamos al extremo de entender que los huesos de los animales y las vísceras del cráneo podrían ser utilizadas en harinas que pasarían a los piensos y posteriormente engordarían a sus descendentientes o parientes lejanos, sin investigar primeramente los posible efectos en dichos animales o el ser humano y lo que es más chungo: creando una aberrante cadena de reciclaje canibal.

La incubación del EEB es de 4 a 5 años. Y a eso me estoy refiriendo, a que en condiciones normales un pienso no podría sacarse al mercado hasta pasada una década preventiva o, a ser posible, de la certificación de una alimentación inocua, animal o vegetal, tal y como se planteó en el I Congreso Mundial de Aseguramiento para la Inocuidad de los Piensos de junio del 2005 -cosa novedosa-, y si fuera posible, que las vacas comieran hierba y no cabra, oveja y a sus hermanas de Chile (y viceversa) -cosa imposible-.

Luego estan los descartes, la desinformación y las payasadas como por ejemplo: descartar que el contagio a cabras del EE ¿B? no tenga repercusión para los consumidores humanos de esta carne; que no se muestren públicamente las cifras anuales de reses contaminadas por EEB y enfermos de detectados con Creutzfeldt-Jakob o que científicos de Gran Bretaña, lugar de nacimiento de los priones, señale que el síndrome espongiforme bovino se debe a que las vacas comieron humano y no, como cabría esperar, a la inversa. Lo que es lo mismo: que en Inglaterra, para ahorrar vilmente y sacar el máximo beneficio del rápido engorde y venta de carne bovina, se compraron a India piensos de harinas de hueso que los habitantes de dicho país, también para abaratar, habrían engordado a base de restos humanos. Una forma curiosa de entender la re-encarnación.

Respecto a la desinformación, tengo que apuntar que yo soy la primera. Llevo dos horas leyendo informes en la red y no he encontrado uno sólo de carácter oficial y posterior al 2005; sobre todo incido en esto de "posterior al 2005". Esto al margen de las informaciones contradictorias sobre la legislación activa, preventiva o interina del actual uso o no uso de harinas animales en la alimentación de los rumiantes, y además de qué tipo de harinas animales (son los tejidos nerviosos los principales transmisores), y de que esas harinas parece que no sólo no estan vetadas sino que son la base alimenticia de otro tipo de reses como las vacas, ovejas y cabras destinadas a la producción de leche y de las aves ponedoras de huevos pues, en principio, a través de dichos productos la enfermedad no se transmitiría. Escalofriante.

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