lunes, septiembre 18, 2006

Salvador Puig Antich vol 2: Lloré, y no sé por qué.

Partiendo de la base de que el film está basado en una novela Compte enrere: la historia de Salvador Puig Antich, de Francesc Escribano (desde 2004 director de Televisión de Catalunya y creador de varias series de TV3), podemos decir que como teledrama sería una perlícula sobresaliente, o que como retazo de apología catalanista, terruñera y lacrimógena, de revanchismo parcial y borrego, es excelente. En definitiva, un panfleto de la Generalitat que El País ya difundió gratuitamente en DVD hace unas semanas.

No quiero encharcarme en bilis pero es que lloré, y todavía no sé por qué. Bueno sí, porque no soy de piedra y los últimos 15 minutos de regodeo en la muerte por ese suplicio de pura cepa hispana, llamado garrotevil, son como para asfixiarse entre kleenex.

Según estoy leyendo, ni siquiera han hecho un retrato familiar veraz, por más que sus hermanas hayan facilitado anecdotas varias para la representación de este dramón. Para ser una película en clave intimista, narrada en primera persona (con bastante poca calidad por parte de Brühl) ni siquiera se han molestado en hablar de la conflictiva vida familiar de este adolescente, cuyo padre, víctima de régimen franquista tras la guerra civil, tenía ciertas discrepancias en cuestiones de política y religión con el protagonista (lo digo por aquello de que no todos los catalanes eran tan majos, y podían haberlo aprovechado para mostrar la múltiples percepciones que se tenían y tienen de ese gran ente: uno, libre y jugoso, en que vivimos). Con todo esto estoy siendo benévola, que conste en acta; y es que la película es un melodrama sobre la ilógica e injusta muerte de un chaval maleante, ladrón de bancos que folla con hippies. No sé si eso es ser anarquista o pujar por un MTV Award (gracias a la gran banda sonora -lo mejor de la película- y el filtro de colores fríos con que está retocada la imagen).

En definitiva, lo único que me apetece decir es que a base de rodar la película en cuartos interiores (cosa que no da para monólogos de pensamiento político o discursión existencial entre personajes) se pasan las horas hablando en catalá, y Salvador parece más bien ser un símbolo de la cruel represión del régimen en Cataluña ¡y sólo cataluña! y no un activista anarquista, cuyos valores chocan frontalmente con la dictadura. El que, por cierto, formó con sus "compatriotas catalás" el M.I.L. : Milicia IBÉRICA de Liberación. Ojo, que destaco Ibérica porque me parece harto cachondo que vendan la mula del nacionalismo con un grupo anarquista de fondo*.

La cuestión es que le fallan muchos actores, y el único papel bien ejecutado es el de carcelero (un poco increíble por la ternura desplegada) del argentino Leonardo Sbaraglia. Tristán Ulloa falla, Leonor Watling tiene un papel de pocos registros y no lo hace mal, pero es que hay papeles que no se tragan ni con aceite de ricino. Y no sé por qué narices me sale este texto irremisiblemente en negrita...

Todo sea dicho: tanto Teniente Coronel compungido, hermana descompuesta por el llanto y cura afligido para que el público de la sala de cine (del barrio de Salamanca) se descojonara con las exclamaciones del verdugo (que junto con Franco y el policía secreta forman el triunvirato ibérico del MAL).

No hay una mínima reflexión política más allá del Blanco y el Negro, por no decir que es pero que muy escaso el vocabulario político.
El juicio parece no tener relevancia, no es en nigún momento analizado, y ni siquiera el personaje tiene la oportunidad de mostrar la dignidad del Vanzetti de Gian Maria Volontè en aquella película.

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