sábado, septiembre 23, 2006

El beneficio es lo que cuenta,



Yo ya dije que iba a hablar de política, ¿o no? y ahora que Noam Chomsky está de rabiosa actualidad, gracias a la recomendación que hizo recientemente el primer ministro venezolano Hugo Chávez, aprovecho para reseñar esta obrita que casualmente pasaba por mis manos éstos días que las hojas comienzan a caer.
Otro día revisaremos a ese gran país que pasó de ser la tierra con más silicona por metro cuadrado del planeta y en la que cotizaban más alto las chabolas de uralita, a dar lecciones de civismo y repartición de la riqueza, (recordemos: algunos de los principios en los que se basaba la “antigua” democracia). Dense cuenta de que dicha definición, en su segunda proposición, sólo es aplicable a Venezuela.

Evidentemente, esto es noticia porque al otro lado del charco ni la gente lee, ni se publica a Chomsky más de lo que la libertad de expresión e imprenta obliga (que no es mucho), pero en esta otra orilla que está llena de depravados y maleantes, uno se busca cualquier excusa para curiosear doctrinas políticas nefastas y leer lo que se cuchichea del vecino.

Y es que éste profesor de Massachusetts y recalcitrante anarquista se dedica a destapar en sus libros los mecanismos de sostenimiento de la injusticia social y la dominación mundial que lleva poniendo en práctica la generalidad de las políticas occidentales desde el siglo XVII (yo diría que toda la Historia de la humanidad, pero es que aquí hablamos de Capitalismo), y que en particular, aplica con especial constancia y fijación la política estadounidense.

En éste volumen llamado: El beneficio es lo que cuenta, se nos presenta el particular funcionamiento de la democracia neoliberal partiendo de las antiguas democracias parlamentarias y colonialistas europeas y la aplicación de dichos preconceptos en la democracia "liberal" actual. Es decir, somos negreros con pc´s y t-shirts en lugar de casacas y látigos pero todavía no nos hemos dado cuenta de que en el juego de los poderes electos no pintamos nada. Eso de “no pintamos nada” vendrá aclarado más adelante por esa teoría de rojos comunitas disfrazados de verde (ecologistas) que se difundieron en los 60 (por aquello de Vietnam y los hippies y la energía nuclear, y la guerra fría, y mayo del 68 y muchas otras cosas que a nadie le interesarán jamás porque a la hora de hablar de papeletas bastante tenemos con elegir entre PP y PSOE y convencernos de que lo hacemos BIEN). Piso el freno, que me voy por los cerros de Úbeda y lo que yo venía a decir es que después de tantas reglas económicas basadas en la libre circulación de capitales a lo largo del globo, la libre competencia y los tratados de paz para que los negocios sigan su curso tienen sus excepciones, y que la ley de la oferta y la demanda no siempre beneficia al consumidor. De hecho no le suele beneficiar nunca. El desarrollo tecnológico no libera al trabajador de una jornada excesiva o labores extremadamente duras, equilibra las desigualdades o ahorra energías necesarias para el futuro. No señores, nada de eso ocurre porque el beneficio es lo único que realmente cuenta.

Es por eso que “invertir” en otros países, trasladar las centrales de trabajadores a otras regiones del globo y comerciar sin fronteras no beneficia sino a los traficantes de moneda y no a la economía de la tierra receptora de dichas nuevas y fantabulosas factorías, símbolos del progreso que jamás alcanzarán; ni los empleados que se destinen a sus negocios recibirán el sueño de las condiciones laborales propias de los agonizantes “estados de bienestar” (porque para eso se han trasladado a países con “derechos” tercermundistas) y sus productos no competirán en las mismas condiciones que los occidentales en el mercado exterior.

Después de este pequeño resumen de pautas de la economía mundial, (no nos vamos a poner a dar un mitin ahora que tengo que prepararme el café), viene la parte en la que no pintamos nada:

No vamos a hablar del complejo sistema de la democracia directa ateniense, que además de ser harto complicado de recordar ahora, conllevaba eso que siempre parece inevitable: la explotación de colonias; hablaremos de los principios más básicos y sencillos en que se establece la democracia y de cómo ahora se van diluyendo en la nueva mente demócrata mundial dominada por el TERROR.

Lo principios básicos de toda democracia son (a ver si estamos todos de acuerdo): 1; el principio de soberanía popular. Hasta aquí todos de acuerdo. Ahora bien, éste se ejerce a través de la 2 libre expresión sobre el poder y 3 la posibilidad de cambiarlo en unas elecciones. Sencillo, ¿verdad? Pues bien, supongamos que tenemos una presión social que desvía constantemente la atención del poder hacia la seguridad. En estados de excepción el Gobierno se tomaba libertades impropias sobre el funcionamiento de la nación: se suspendían las elecciones y la mayoría de los derechos, como por ejemplo: expresión, reunión, desplazamiento. Eso es la guerra declarada por el Estado a un enemigo determinado en una crisis momentánea. Supongamos que esa crisis es permanente y no tiene un enemigo con una nacionalidad concreta sino que éste se extiende, por ejemplo, a todo el mundo conocido que no tiene nuestro sistema de democracia liberal. Sólo por poner un ejemplo: Cuba y Vietnam en los 60, Rusia hasta los 90, China, Corea, y en estos momentos: Irak, Irán, Palestina y por extensión todo el mundo musulmán no accidentalizado. Supongamos que la amenaza se ha manifestado como real, y no se mantiene latente (guerra fría) y los gobiernos se toman ciertas licencias de intromisión y de anulación sobre los derechos de la población: registro de las comunicaciones, intercepción de las mercancías, de los desplazamientos, que nos lleva a la pérdida de la libertad de expresión, intimidad, movimiento… A estar constantemente vigilados, en definitiva, con lo que cualquier crítica al poder puede ser un signo manifiesto de posicionamiento junto al ENEMIGO, antipatriotismo, insolidaridad, etc,…

Si se acaba con la posibilidad de fraguar una opinión contraria, cómo se podrá motivar el cambio de gobierno o la defensa de los derechos políticos cuando una causa de fuerza mayor actúa sobre el conjunto de la población. Dichos planteamientos se tacharían de partidistas, repito: insolidarios, desleales. Justamente como está ocurriendo al otro lado del charco, y más cerca. Si el estado de guerra o de terror es permanente, los principios democráticos básicos quedan anulados.

Por otra parte, todo lo antedicho es algo además de ingenuo, fantasioso, porque como se ha mencionado antes: son los negocios los que priman en las decisiones políticas, no los virajes de opinión ciudadana. Obviando que el sistema democrático en sus conceptos básicos no se cumple por la presión psicosocial ejercida, pasaremos a decir, que en el resto del sistema ocurre exactamente lo mismo. Desde hace décadas se viene advirtiendo de que los oligopolios de multinacionales, los monopolios (tan contrarios a la libre competenciaen en un mercado global) se estaban haciendo con la dirección de las administraciones estatales. Esto ocurre debido a que, independientemente de que el Estado esté a servicio de la economía neoliberal, son las multinacionales las que cotizan en el senado y realmente producen el turnismo de las democracias liberales. Los partidos no realizan políticas sociales contrarias a los intereses económicos de las empresas, ya sean estos de centro, de derechas o de izquierdas. Y suele ocurrir que los mismos integrantes de las formaciones se enlazan con algún tipo de empresa, corporación de tintes más económicos que políticos.

Y ahora diremos ¿y para saber eso tengo que leer un libro? Pues la verdad es que sí, porque el resto de moscas cojoneras sólo sobrevuelan nuestras cabecitas en momentos de enojo antisocial o parecido y porque la mayoría de humanos que nos rodean a penas tienen otro medio de información real que la TV y si bien es cierto que leer cada día se le hace a la gente más difícil, el gestar su propia opinión sobre los hechos, también, de modo que un mínimo ejercicio de abstracción mental every now and then no nos vendría mal a ninguno.

No hay comentarios:

Creative Commons License
Esta estúpida obra está bajo una licencia de Creative Commons


Firefox 2